
No es un asunto inocente: dice el Señor que quien mira a una mujer y la codicia YA COMETIÓ ADULTERIO EN SU CORAZÓN. Así que, sin temor a dudas, un adicto a la pornografía es en primer lugar un ADÚLTERO. Sobra decir que los tales no heredarán las promesas de Dios. No lo digo yo, lo dice Dios en su Palabra y no dejó en ella ninguna excepción estipulada.
No lo dude: si usted practica este mal hábito debe renunciar a él inmediatamente. Los peligros que usted corre, de seguir así, son altamente destructivos para su relación matrimonial, para su salud física y para su vida. Un día, dice también la Palabra respecto a este tipo de hábitos ocultos, su pecado lo alcanzará. No pasará mucho tiempo antes de que semejante adicción le pase la factura. El precio es altísimo. Nadie debería pagarlo.