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lunes, octubre 12, 2009

Diez veces mejores

Por: Chuy Garcia De Casa de Oracion

Hay algunas preguntas que quisiera compartir contigo respecto al servicio que los músicos de Dios rendimos a Él en nuestras congregaciones; preguntas que ha estado retumbando en mi mente y que creo que a todos nos conviene responder honestamente.

Si somos los responsables de llevar al pueblo a la presencia de Dios, ¿por qué vemos que hay muchos entre nosotros que ni siquiera se parecen al Señor al que dicen servir? ¿Por qué muchos, que alardean ceremoniosamente de ser los elegidos para llevar el tabernáculo sobre sus hombros, no tienen un corazón enfocado en servir a los demás? ¿Por qué si dicen ser los apartados para esta tarea específica en la casa de Dios, usan su ministerio para el lucimiento personal y para recibir reconocimiento?

Sinceramente me pregunto de dónde les sale a tantos músicos cristianos la idea de que se les debe rendir pleitesía en la iglesia, o de que tienen permiso para hacer y vivir como mejor les parece –como si tuvieran fuero- sin que nadie les llame la atención o los ponga en su lugar con la debida exhortación y disciplina bíblica.

Creo que hay una respuesta para todo ello: que éstos no han estado verdaderamente expuestos a la presencia de Dios.

Cuánta falta hace que los músicos cristianos sigan el ejemplo de Daniel.

Dan 1:8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.

Aquí la palabra propuso se tradujo de un término hebreo que significa abandonar, acomodar, ajustar, considerar, dejar, determinar. Como levitas, como ministros en la casa de Dios, nos es necesario proponer en nuestro corazón no contaminarnos con las cosas del mundo por inofensivas que parezcan. Es decir, necesitamos aprender a ministrar abandonando, acomodando, ajustando, considerando lo que somos y lo que deseamos, con tal de servir al Señor con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra mente y con todo nuestro corazón.

Daniel era un varón determinado a mantenerse fiel al Señor. Era un hombre expuesto continuamente a la mirada de Aquel a quien había decidido servir. ¿Estarán siguiendo ese ejemplo los músicos cristianos de hoy ? ¿Realmente nos estarán conduciendo a la presencia de Dios, mientras se parecen cada vez menos a Aquel a quien le cantan?

Me pregunto si estarán ministrando… o sólo entreteniendo a la iglesia, dándole a la gente algo así como comida instantánea, alimento que carece del poder y la eficacia de la Palabra de Dios… porque ellos mismos carecen de un alimento mejor. Me pregunto por qué se enfocan en arrancarle un aplauso efusivo a la congregación con tal de que se diga que la alabanza estuvo tremenda, en lugar de medir su crecimiento espiritual y el de la iglesia con base en el conocimiento de Su Palabra y en lo genuino de su adoración a Él. Sin una revisión honesta de sus motivos, la verdad, son un mero espectáculo cristiano.

Dan 1:19-20 Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.

Daniel fue encontrado diez veces mejor en todo asunto. Por su relación con Dios, este ministro suyo alcanzó tal excelencia porque propuso en su corazón, además, abandonar la idea de servirse de los demás o de sacar provecho personal de su ministerio. Fue entonces cuando Dios lo dotó de sabiduría e inteligencia.

Ojalá cada músico se propusiera también ser el mejor, no meramente en cuanto al desarrollo de su talento, sino en cuanto a lo espiritual, en cuanto a la sabiduría, al entendimiento de la Palabra de Dios y su correcta aplicación.

Si tú quieres puedes ser diez veces mejor de lo que eres ahora, esto es, no el doble o el triple sino diez veces. Eso, claro, si propones en tu corazón ajustar tu vida a las demandas de Dios. Como siervos suyos debemos ciertamente buscar ser de lo mejor en el ministerio, pero al mismo tiempo también serlo en nuestra casa, en nuestro trabajo, lo que ocurre cuando estamos continuamente expuestos a la presencia de Dios.

En su tiempo no se encontraron hombres mejores que Daniel y sus amigos en todo el país. Y todo comenzó con su decisión de no contaminarse con lo que el mundo ofrece. Sigamos ese ejemplo. Así, nuestra ministración será mucho mejor: por ejemplo, nuestra música pasará de ser meramente emocional a ser realmente espiritual.

Preparémonos en oración, escudriñemos la Palabra, invirtamos cada vez más tiempo en buscar a Dios en nuestro lugar secreto, permitamos que las pruebas y la aflicción nos lleven a confiar más en Él. No busquemos el reconocimiento de la congregación o que nos tengan en una estima demasiado elevada. Permitamos más bien que Dios siga obrando en nuestros corazones. Así, nuestra ministración será cada vez más eficaz, más poderosa, más firme y con resultados eternos. Porque entonces Dios nos estará respaldando.

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